Livingston - 5 de Marzo

Izabal es la región oriental de Guatemala, donde el país toca el mar Atlántico y sus costas dan al caribe guatemalteco. Es una región con un paisaje y un clima particular, tropical y exuberante, parecido a las postales turísticas que te quieren vender "tu lugar en el mundo".

Desde la galería donde escribía este post se veía el mar del caribe.

La única manera de acceder a Livingston es por barco y es la localidad donde viven mayoritariamente los Garífunas, una etnia procedente del mestizaje entre los nativos caribeños y los náufragos de barcos de esclavos africanos, ellos hablan su propia lengua, que casualmente se llama Garífuna. El clima africano se siente desde el momento que uno baja del barco y escucha el repiqueteo de los tambores, como si lo estuvieran esperando a uno para cocinarlo en un caldo gigante. También se siente un profundo olor a pescado que después de un tiempo de caminar por el pueblo descubrí de donde venia.

Una de las actividades económicas mas importantes de este pueblo es la pesca y el secado del pescado, el sol es escandalosamente fuerte y con medio día de poner un tiburón o una manta raya tirados en el suelo y salpicados de sal quedan mas arrugados que una pasa de uva.

Diseñan alfombras de pescado aprovechando cada centimetro cuadrado que pueden.

El paseo me puso de frente al cementerio y como siempre es una cita obligada para entender un poco mas. 
El 1ero de noviembre se avocan al cementerio para cortar el pasto, emprolijar la maleza, repintar y decorar las tumbas y el 2 se reunen durante todo el día alrededor de los sepulcros para poner música, comer y bailar con sus seres queridos que ya no están  entre nosotros.

A la noche me senté en la calle para ver pasar el pueblo, aprovechar la brisa y a probar el Tapado, uno de los platos típicos Garífuna

Eso que ven ahí son algunos de sus ingredientes flotando (Cangrejo) pero lo excitante es descubrir bajo ese caldo otros ingredientes como almejas, caracoles, pescado, manta raya, camarones y hortalizas como plátano y ayote, todo esto cocido en un caldo hecho a base de leche de coco, increíblemente esa mezcla logra un sabor equilibrado e intenso.La chapina que esta sentada no viene con el menú, pero se sentó a hacerme compañía y se quedo.
Este plato tuve la suerte de poder cocinarlo asesorado por Mega

un rasta con el cual camine durante todo un día por la jungla y navegue los ríos de la zona en canoa.

Conocimos a los aldeanos que viven de la pesca del camarón, cocinan pan de coco y construyen tambores con madera de caoba y parches de cuero silvestre.

A las curiosas siempre dispuestas a salir a la puerta para ver quien pasa

las flores, aca lo llaman camarón

y a los chicos que se petrifican cuando ven la cámara

A veces se asustan también.

Cruzar estos puentes supone siempre algo de riesgo,

no solo por el estado de conservación sino porque en el medio del cruce, el rasta que ya llevaba fumados 4 caños a las 11 de la mañana se le dio por empezar a saltar como un orangután en celo en el medio como si fuera una cama elástica al grito de ...:”Rastafar rigths!!!!”… yo creo que por un momento se creyó que era Haile Selassie.

Yo, con solo un par de pitadas encima le demostré indiferencia y cruce haciéndome el boludo pero esa pasarela se movía como un samba.

Las ultimas postales de Livingston me las lleve cuando saliendo en lancha por el río dulce pude ver campos de nenúfares

y los lugareños atravesando los mantos verdes flotantes.

Llegue a Río Dulce y tome rápidamente un bus para Flores donde me voy a encontrar con mi hermano, Augusto que llega de Buenos Aires, otro viaje comienza...